20 junio 2006

Diario de un emigrante

Mi paso por diferentes ciudades y el que en algún momento me hayan hecho pasar por un jodío emigrante, hace que tenga empatía por cualquier persona que se traslada lejos de su casa por cuaquier motivo. Un amigo llegaba a valorar su casa, su entorno, su pueblo, más que cualquier otra posible felicidad y reconocía la valentía de los que nos ibamos de casa.
Un trabajo, unos estudios, unas inquietudes, hacer turismo o porque alguien se enamora, son motivos más que suficientes para irse a otro sitio.
A mí me han llamado cateto en Sevilla y gitano en Cáceres. Más hiriente era en Toledo, donde ganaba más dinero que los oriundos y de vez en cuando me invitaban y animaban a volver a mi tierra. -¡Ojalá! -contestaba yo, deseando poder hacerlo. En Madrid sin embargo no tuve muchos problemas, o al menos no los recuerdo. Y el más gordo de todos fue en Belfast, donde unos protestantes desde un coche nos dijeron a un amigo italiano y a mí que "nos marchásemos a nuestro puto país".
Todo esto lo cuento porque he leído un cuento llamado 'Diario de un (jodío) emigrante' y me ha hecho recordar.
Ya escribí por aquí que a veces me musta mirar atrás.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que cabrón! Ganabas más que yo! Jaja, es broma. Pero no creo que en Toledo te fuese tan mal. Al menos los que eramos de Los Yébenes (muy diferentes a los toledanos, eso es cierto) siempre te tratamos bien. En Madrid es fácil sentirte bien, todos somos emigrantes, o casi. Por cierto Toledo va subiendo poco a poco. Ahora nos iría mejor.

Anónimo dijo...

Cateto y pobre pero con mucha honra. nunca nos falto una copilla ni hubo que robarla