01 febrero 2007

Con el alma rota por el dolor

Hace unos días fallecía mi marido Vicente Hernández Nieto, víctima de una gravísima enfermedad, cuyo origen, por más que lo han intentado los médicos que lo atendieron, no han podido encontrar. Muchísimas pruebas y grandes sufrimientos, que aguantó con gran valor, para que todo fuera inútil. Por tal motivo, y para que en lo sucesivo pudiera ser útil, pensando en que otro enfermo con similares síntomas se pudiera curar, nos solicitaron autorización para practicarle la autopsia.

Accedimos, porque estábamos seguros de que él también lo hubiera hecho, pues cuando se instituyó la Sociedad de Donantes fue de los primeros en donar riñones, ojos y posteriormente, y hasta que la edad se lo permitió, también de sangre. La autopsia fue difícil y laboriosa por ello al verlo lo encontré muy deteriorado. Su sacrificio a favor de la ciencia y de los demás no me gustaría que quedara en terreno baldío, sin ser reconocido. Fue siempre un gran deportista y noble donde los hubiera, por eso Vicente, mi vida, has sido para mí un gran campeón.

Amor mío, siempre te tendré en el corazón, por lo que me despido de ti como tú siempre me llamaste: Nena.

Magdalena Gutiérrez Jiménez en El Periódico de Extremadura

1 comentario:

Anónimo dijo...

myu bueno soy leca