Aseguran las malas lenguas que la ficción televisiva española debe luchar, todas las semanas, contra un monstruo de tres cabezas: la corrección política, el multitarget (que en cristiano significa que hay que entretener al niño, al padre y a la abuela con la misma historia) y finalmente la escasa calidad de los intérpretes. “Al final siempre vemos a los mismos actores y es imposible creerse el papel —asegura Susana Alosete, crítica de televisión—, y si a esto sumamos los muchos intrusos que se contratan, así nos va… Casos como el de Blanca Romero o Vicky Martín Berrocal pululando por las pantallas son de infarto, y lo de Anita Obregón para pegarse un tiro, pero la gente lo ve por el morbo y luego salen las cuentas”. (...)
Casciari hablaba ayer de las series españolas
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