(...) El Womad sonó por primera vez en Cáceres y acabó con la ciudad provinciana, nos abrió los ojos y se coló en la memoria sentimental de una generación. Quién no encuentra en su armario una camiseta del Womad, quién no ha besado en la parte antigua durante un concierto, quién no ha escuchado los tambores y piensa que todo puede ir a mejor. El festival Womad es un intento de ser feliz, por eso arrastra multitudes.
Pero nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Y el Womad tampoco. Lo que fue novedad y vanguardia un día no puede convertirse en tradición. Y menos en rutina. Hay que mirar hacia adelante, avanzar, sorprender. Peter Gabriel lo consiguió en su día, Cáceres lo comprendió y lo adoptó. Ojála ahora también se logre entre todos. Suerte.
Artículo de Pablo Calvo en Hoy
Actualización: Acuerdo para celebrar el Womad en Cáceres
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